El tigre que vino a tomar el té
En 1968 salió por primera vez a la venta El tigre que vino a tomar el té, una historia de Judith Kerr que se ha convertido en un clásico de la literatura infantil británica. En la celebración del 80 cumpleaños de la reina Isabel II la autora coincidió con David Wood, a quien los especialistas consideran el mejor escritor y director de obras y musicales para niños, quien le propuso adaptar su historia a los escenarios.
En 2011 tuvo su estrenó la versión escénica, el éxito fue inmediato, tanto los padres como los pequeños salían de las representaciones entusiasmados. La crítica también alabó la producción, el espectáculo fue nominado a los premios Oliver. Desde su premier se ha representado todos los años coincidiendo con las naciones escolares, este verano las funciones tienen lugar en Cadogan Hall, una sala situada en el barrio londinense de Chelsea.
David Wood ha conseguido trasladar la historia a las tablas sin perder la esencia del original, para ello ha contado con un equipo extraordinario que ha sabido transformar los dibujos de Judith Kerr en elementos en tres dimensiones. El diseño de escenográfico de Susie Caulcautt reproduce con fidelidad la cocina donde transcurre la historia, no le falta ningún detalle, también es la responsable del traje que viste el actor convertido en tigre. Las luces ideadas por Tony Simpson resaltan cada una de las acciones de los personajes. El vestuario supervisado por Angie Burns es una copia del que aparece en el cuento. Los trucos ideados por Scott Penrose son el toque perfecto en la producción, los espectadores quedan sorprendidos cuando van desapareciendo los alimentos de los platos, realmente parece que se los ha comido el tigre.
La obra es muy participativa, los actores animan a los niños a colaborar en la acción y a cantar alguna de las canciones. Durante los cincuenta minutos de duración no existe ni un momento para no dejar de observar con atención todo lo que transcurre en escena. El tigre que vino a tomar el té es una gran oportunidad de disfrutar de una gran pieza de teatro infantil con una puesta en escena maravillosa.