Los puentes de Madison
Una adaptación de la novela de Robert James Waller realizada por Marsha Norman con canciones de Jason Robert Brown.
Esta temporada la escena madrileña se ha llenado de musicales, una buena noticia para los amantes del género que cuentan con una oferta muy variada, sin embargo, puede resultar complicada para los que no sean apasionados de esta categoría teatral pero les gustan los buenos espectáculos. No los he visto todos, de los que he asistido a alguna representación puedo decir, sin dudarlo, que el mejor es Los puentes de Madison. Una adaptación de la novela de Robert James Waller realizada por Marsha Norman con canciones de Jason Robert Brown.
He de reconocer que el músico es uno de mis compositores estadounidenses favoritos. Tuve la suerte de conocerlo hace unos años en Londres, en un taller sobre The last five year, una de sus obras más representadas en nuestro país, un musical basado en su relación con su primera esposa contada de una forma muy inteligente, cada uno de los miembros de la pareja relata su punto de vista de la relación, uno desde el principio a su ruptura, el otro desde el final a sus comienzos, solamente comparten un momento en común, el día de la boda.
No es un autor al uso, ninguno de sus musicales se parecen, no se repite. Parade sobre el juicio y posterior linchamiento de un inocente, es una obra maestra, por ella obtuvo su primer Tony. 13 está protagonizado por adolescentes. Songs for a new world es sobre personas que están a punto de emprender un cambio en sus vidas, el tema Stars and the moon se ha convertido en un clásico. Este año ha vuelto ser nominado a los Tony por la música de Mr. saturday night.
Para Los puentes de Madison ha creado una partitura tan bella como integrada en el momento y el espacio que ocurre la acción. Incluye varios estilos musicales del pop al folk, pasando por el country.
La producción que puede verse en el teatro Gran Vía de Madrid está dirigida por el argentino Alberto Negrin quien cuenta en el programa que cuando conoció el musical sintió una emoción muy grande por su estilo trascendental, profundo y existencial, lo considera una auténtica joya del teatro musical. También se encarga de la escenografía, un trabajo admirable. Reproduce la casa de Francesca, el puente de Roseman. Juega con distintos niveles aprovechando el espacio escénico. Las proyecciones recrean el paisaje de los campos de Iowa. Los cambios de escena, a pesar de ser complejos, son rápidos, sin ruidos molestos.
La orquesta está integrada por ocho miembros bajo la dirección musical de Gerardo Gardelin quien consigue que el sonido llena la sala de las melodías que transmiten los sentimientos de los personajes. Un trabajo admirable.
Cuando acaba la función sales del teatro renovado, alegre y con ganas de volver, espero poder hacerlo para ver en escena a los alternantes de los protagonistas.